Insomnio
Desempolvando escritos se descubren sentimientos olvidados.
Sigo obsesionada con el verano, como si el frío del invierno no fuese suficiente.
Cada silencio forzado y cada calor abochornado se clavan en mi insanidad mental.
Maldigo: maldigo al hecho, maldigo al sentimiento... maldigo tu nombre.
La sensación de paz que tuve fue irreal. El maullido de un gato cegado por su condición de ingenuidad y defensas inhabilitadas me arrulla; el revoloteo nocturno de aves imaginarias (o reales) ya no significan nada en esta madrugada a solas. Una madrugada de esas en las que mi soledad se pone a imaginar amoríos tan reales que se alejan, dejándome en medio de palabras y sentimientos anulados.
Esta noche no hay preguntas y si las hay las omito, por salud mental.
Esta noche respondo a mí misma cuestionamientos nunca planteados e incluso olvidados; mi bolígrafo se mueve y yo no hago nada por detenerlo, pues no hay razón para impedir que llene éstas páginas en frases dirigidas unicamente a mí misma.
Dejé de escribir hace unos días, dejé de leerlas por miedo.
Mi imperiosa necesidad de actuar o tal vez de escapar no me deja dormir.
No se puede dormir mientras se tenga un deseo tan grande como el de amar sin excusas, el de amar de verdad: sin medusas horribles que piden, te exijan ser correspondida.
Amar, así, sin más.
Amar hasta dormir.
Sigo obsesionada con el verano, como si el frío del invierno no fuese suficiente.
Cada silencio forzado y cada calor abochornado se clavan en mi insanidad mental.
Maldigo: maldigo al hecho, maldigo al sentimiento... maldigo tu nombre.
La sensación de paz que tuve fue irreal. El maullido de un gato cegado por su condición de ingenuidad y defensas inhabilitadas me arrulla; el revoloteo nocturno de aves imaginarias (o reales) ya no significan nada en esta madrugada a solas. Una madrugada de esas en las que mi soledad se pone a imaginar amoríos tan reales que se alejan, dejándome en medio de palabras y sentimientos anulados.
Esta noche no hay preguntas y si las hay las omito, por salud mental.
Esta noche respondo a mí misma cuestionamientos nunca planteados e incluso olvidados; mi bolígrafo se mueve y yo no hago nada por detenerlo, pues no hay razón para impedir que llene éstas páginas en frases dirigidas unicamente a mí misma.
Dejé de escribir hace unos días, dejé de leerlas por miedo.
Mi imperiosa necesidad de actuar o tal vez de escapar no me deja dormir.
No se puede dormir mientras se tenga un deseo tan grande como el de amar sin excusas, el de amar de verdad: sin medusas horribles que piden, te exijan ser correspondida.
Amar, así, sin más.
Amar hasta dormir.
Comentarios