Punto final.

 Es difícil comenzar a escribir esto justo cuando los sentimientos se desbordan por los ojos; es ahora que me siento completamente abrumada y derrotada que vuelvo a ti, supuesto lector, después de un año de haberte olvidado.


Regreso derrotada emocionalmente, la batalla final se luchó pero no pude ganarla. Ni siquiera cuando lo intenté con todas mis fervientes fuerzas. 


Yo le quise, lector. Yo le quiero y él nunca pudo quererme. Entiendo racionalmente que la figura a la que tanto fervor le profeso no existe, es sólo una construcción falaz de la visión que tengo que él... y mientras escribo todo esto ni siquiera soy capaz de recordar por qué le quiero.


Soy inconexa, me disculpo, pero sólo basta con entender que tal vez el problema soy yo y la manera en la que necesito constantemente atención. Tal vez no, el problema soy yo; pero no por ser quien soy, sino por no entender cuando no es no.


Esta noche perdí un amigo, porque yo le quería de maneras que él a mí no. Le dije lo que sentía y guardó silencio. Trato de no culparlo, trato de culparme a mí, pero internamente y en contra de mi racionalidad le culpo porque le dije de infinitas maneras lo que sus acciones me hacían sentir y... nunca puso ni siquiera un poquito de su parte para evitarlo. Y si lo hizo, no lo noté.


Escribo esto porque duele como ya había olvidado que podía doler. Había pasado tanto desde la última vez que sentí el corazón roto que creí que era cosa del pasado. Escribo esto para un desahogo personal y lo publico para dejar algún tipo de constancia de que soy humana. Espero que el próximo año, cuando vuelva a pasarme por aquí, el dolor haya parado y haya aprendido algo; lo que sea.


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