Me gustabas.
No puedes siquiera imaginar cuánto me gustabas; me iba a dormir temprano únicamente para comenzar nuestras llamadas con antelación y disfrutaba del intercambio intermitente de mensajes a través del día que culminaba con escuchar tu voz.
Me gustaba la manera desenfadada y naturalmente simpática que tienes de contar tu vida y cómo cambiabas el tono, para mí, conforme la noche avanzaba.
Me gustaban las atenciones que me brindabas y sin las cuales probableme te jamás habría permitido que me gustaras tanto. De verdad me gustabas y me hiciste creer que yo también te gustaba.
Ahora que tienes mi completa atención los mensajes se extinguieron y las llamadas desaparecieron... Mientras tanto yo sigo al pendiente de tu regreso y te busco infructuosamente cuando no me es posible extrañarte más.
Estoy en el momento exacto donde decido dejar de perder el tiempo esperando algo más de ti, porque es violento exigir algo que no puedes darme y sería peor conformarme con algo que no quiero. Quizás esté sobredimensionando todo y tienes el derecho a ignorarme pues los cuentos me los inventé yo sola.
Me gustaste como muy pocas personas me han gustado en la vida. A veces quiero creer que sabes que me estoy yendo y eliges volver con la voz somnolienta a pedirme que te disculpe por tu ausencia, mas sigues sin volver completamente y sin terminar de irte.
Soy exactamente el tipo de persona al que le basta un mensaje para perdonar todo pero no puedo sentirme en plena confianza de decir mis sentimientos por miedo a toparme una vez más con muros inexpurgables que otras personas te hicieron construir y no sé cómo derrumbar.
Quiero no tener la incertidumbre de haber perdido la razón porque a veces me haces sentir que el gustarte es recíproco y luego ya no. Quiero recuperar la dignidad que pierdo cada vez que te escribo y no obtengo respuesta. Más que cualquier cosa quiero que ya no me gustes, que ya no duelas y que ya no importes.
Disculpa por escribirte una despedida y no irme en silencio, pero yo necesito escribirle un punto final. Te escribo por última vez con el anhelo de que pases pronto, como otros antes de ti y que te difumines en el pasado indoloro porque no fuimos ni seremos nada pero que conste que a mí me hubiera encantado.
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