Casi un año

I forgot what i suposed to be.

Me perdí en algún lugar entre la madrugada del quince de febrero y hoy.  Recuerdo la agonía con una nitidez dolorosa que es el vestigio inefable de la mortalidad de quien alguna vez fui y de eso que di por sentado. 

El sabor de las lágrimas, el miedo y el pensamiento irracional de culpa aún me golpean por las noches cuando algo me recuerda a ti; quisiera creer que no me arrepiento de nada porque, en general, así es; sin embargo en la práctica las memorias son unos crueles verdugos que castigan mi poca paz mental para hurgar en la memoria con el arrepentimiento de cosas horribles que hice y que, en retrospectiva, son estúpidas. Tan estúpidas como yo misma y como esas versionas pasadas y desfragmentadas del adulto que intento llegar a ser.

Hace casi un año te fuiste, incluso cuando prometiste que conocerías a mis hipotéticos hijos. Un poco de mi fe se fue contigo, una parte de mí murió y el vacío me carcome desde dentro. ¿Cómo se supone que uno deba querer seguir si le falta una quinta parte de sí mismo?

He intentado escribir(te), existir, coexistir, subsistir... pero sólo sobrevivo en un mar interminable de devaneos en los que sigo la corriente que me arrastra hasta que ya no puedo flotar y debo obligarme a nadar para no hundirme; he olvidado cómo hacerlo y ni siquiera estoy segura de haber aprendido alguna vez.

El miedo suele visitarme por las noches y, a veces, dejo que gane; inevitablemente tu recuerdo me asalta furtivamente en medio de una conversación y tengo que disimular las lágrimas porque me gusta creer que estás mejor y prefieres que no suframos por algo que no se puede solucionar... pero es tan difícil que el enojo me invade. 

El letargo se ha mudado conmigo y poco a poco me desplaza de la cama, es tan grande que mis pies se quedaron pequeños. ¿Cómo decirle al tedio que ya no es bienvenido en casa? Tu marchar puso en pausa lo que sea que yo era y la sensación de que al continuar con mi vida te irás para siempre me detiene. 

Nada tiene sentido. 

Amén.