Qués.

¿Qué le pasa al mundo que me golpea en la frente con esa fuerza vertiginosa de quien no te ha visto en años y solo desea abrazarte?

¿Qué le pasa a los sueños durmientes que poco a poco con su voz ensordecen, recordándote que existen, que no los has olvidado y sencillamente te rehúsas a materializarlos?

¿Qué pasa con esa noche fría cuyo viento refresca tu cuerpo y calienta tu cabeza? ¡Por Merlín, Freud, Zeus, Dios o cualquier otro nombre de fuerza mística a la que le otorgas poderes! ¿Qué es esto que escribo, que brota por los dedos pero nace en el estómago? Esto que se retuerce en mis entrañas, luchando por abrirse paso a través de mí, por encima de mí y muy a pesar mío.

Qué estúpida y absurda manera de estar vivo sin vivir, de mirar desde el cristal al abismo por miedo a perderse. ¡Que ardan las ideas y se inflamen las inseguridades! Que los motivos sean suficientes para movilizar esta mente que nunca descansa; porque ansiosa y pretenciosa anhela aquello que no se da permiso a admitir que quiere ir a buscar.

Así es como algunos sentimos: sin idea, sin noción, con poca o más bien nula comprensión de nosotros mismos ni de otros. Es como nos decostruímos para volver a erigirnos, para entender qué parte va en dónde y para qué sirven los lentes.

Caminamos buscando sin buscar, creyendo que entendemos y sabemos, cuando en realidad improvisamos torpemente con mejores o peores resultados. Es el cariño, propio y ajeno,  lo que nos mantiene despiertos algunas noches, cuando la soledad ha secuestrado a Morfeo.

Comentarios

Entradas populares